Temeraria, batalladora, indomable, contestataria… La reina Doña Urraca I de León (León, 1081) fue una figura extraordinaria que pasó a la historia por hacer lo que ninguna mujer había logrado antes: reinar de forma independiente, sin doblegarse ante nada ni nadie. Considerada la primera gran reina de Europa, demostró que las mujeres sí podían ser grandes líderes, gobernar con criterio propio, decisión, perseverancia e inteligencia. Escandalizó al mundo separándose de un marido tirano y maltratador, tomando amantes y teniendo hijos ilegítimos. En una época en la que las mujeres solo podían ser madres abnegadas y esposas obedientes, Doña Urraca logró reinar con la libertad de un hombre. ¡Una luchadora incansable que, casi nueve siglos después, nos sigue inspirando!

La consideran la primera gran reina de Europa porque reinó como una gran líder, con la libertad de un hombre
Doña Urraca fue nombrada heredera al trono y despojada de su título más tarde. Fuente: Wikicommons

Doña Urraca fue la primera descendiente legítima del rey Alfonso VI, quien ya contaba con dos hijas ilegítimas, Elvira y Teresa, y deseaba un hijo varón para que heredase su reino. Tras su nacimiento, se dijo que la reina, Constanza de Borgoña, no podría tener más hijos, lo que provocó la desesperación del rey. A pesar de todo, la joven Urraca fue nombrada heredera y recibió una educación acorde a su rango, que incluía equitación y caza, inusual en aquellos tiempos para una mujer. Fue criada por su madre y varios tutores, pero las decisiones de su padre pronto cambiarían el rumbo de su vida. Al parecer, el monarca se enamoró de una princesa musulmana llamada Zaida, de la que se decía que tenía gran belleza. Fruto de esa relación, nació Sancho, hermanastro de Doña Urraca y el único hijo varón que Alfonso VI lograría tener. Así, tras la muerte de la reina Constanza, Zaida se convierte al cristianismo y el rey legitima a su hijo para designarlo como su heredero. Debió de ser una época difícil para Doña Urraca, que ya había perdido a su madre y, ahora, no solo perdía su título, sino que era prometida, con 8 años de edad, al noble francés Raimundo de Borgoña, 13 años mayor que ella. El matrimonio, sin embargo, no se consumó hasta que Doña Urraca cumplió los 12 años, edad a la que se consideraba que las mujeres estaban preparadas para tener descendencia.

Al casarse, la joven infanta pasó a ser, simplemente, condesa consorte de Galicia, aunque seguía en la línea sucesoria del reino de León y de Castilla, tras su hermanastro. Dicen los expertos que se reconoce la mano de la futura soberana en algunos fueros otorgados por su esposo Raimundo en los que se hace distinción de género, otorgando beneficios «tanto a hombres como a mujeres», un hecho singular para el momento. Sin embargo, su vida estaba a punto de dar un nuevo y sorprendente giro: en 1107, Doña Urraca se queda viuda con sus dos hijos, Sancha y el pequeño Alfonso, mientras que su hermanastro Sancho perdía la vida, con 15 años, en la batalla de Uclés. Doña Urraca volvía entonces a la primera línea de sucesión y se convertía en la candidata ideal para heredar el trono de su padre.

Se casó contra su voluntad con Alfonso de Aragón, un rey misógino y maltratador que llegó a amenazar la vida de su hijo
Retrato anónimo de la llamada "primera reina de Europa", Doña Urraca I de León. Fuente: Wikicommons

Al ser nombrada heredera al trono, comenzaron a surgir las disputas y rivalidades por conseguir su mano entre los nobles leoneses y castellanos. Para evitarlas, su padre la prometió al rey aragonés Alfonso «El batallador» ni la oposición de Doña Urraca, ni la del Papa, ni la de los nobles gallegos pudo librar a la nueva reina de este matrimonio concertado. Los acuerdos estipularon que ambos reinos conservarían su independencia pero también que Doña Urraca, a pesar de ser monarca de plenitud de León, debía dirigirse a Alfonso como «señor y esposo mío»,  como si fuera su vasalla dentro del seno familiar. Aunque afrontaron algunos problemas territoriales juntos, la pareja tenía muy mala relación. Alfonso era misógino y violento, y se cuenta que llegó a maltratar a la reina en público y en privado.  

En 1110,  temiendo por la seguridad de su hijo Alfonso, quien era un obstáculo para la ambición de su padrastro, Doña Urraca inició un proceso de separación con el apoyo de altos de cargos de la Iglesia, que se reunieron para aprobar la disolución del matrimonio. Para hacerlo oficial, ese mismo año, Urraca firma un documento de donación como «Reina de toda España e hija del Emperador Alfonso», dejando claro su independencia total. Alfonso, airado, lanzó una campaña militar de castigo contra las ciudades castellanas y logró encerrar a Urraca en la fortaleza turolense de El Castellar.

Doña Urraca gobernó con independencia y gran carácter, tomó amantes y tuvo hijos ilegítimos
Doña Urraca hizo trente a un matrimonio concertado con un rey tirano y maltratador. Fuente: Wikicommons

Su liberación llegó a manos del Conde Gómez González, un noble que había sido candidato a la mano de la reina y con el que mantenía una relación amorosa. Sin embargo, fue la traición sorpresa de Enrique de Borgoña, Rey de Portugal y cuñado de Urraca, al rey Alfonso de Aragón lo que obligó a este a pactar una reconciliación formal con su esposa.  A partir de entonces, comenzó un periodo de su reinado en el que las crónicas dicen que gobernó «tiránica y mujerilmente», opinión que, hoy en día, nos habla de la total independencia con la que se gestionó. Así, la soberana logró repeler los intentos de anexionarse León por parte del reino de Aragón, mantener las fronteras frente a la presión musulmana y capear las intrigas de la corte de Portugal. Doña Urraca reinó rodeada de consejeros fielestomó amantes, no solo con fines sexuales, sino también como instrumento político, para ganar aliados poderosos. Esta práctica, habitual entre los reyes, resultaba escandalosa en una soberana, pero Doña Urraca no tenía ninguna intención de volver a someterse a la autoridad de un marido. Tuvo dos hijos ilegítimos con el Conde Pedro González de Lara y se cuenta que su muerte, ocurrida en 1126, fue a causa de complicaciones en un parto. Su hijo Alfonso fue coronado rey y conocido como Alfonso VII «El Emperador», cumpliendo así el deseo de su madre.

Doña Urraca I de León fue una mujer fuerte y una reina asombrosa para la época en la que le tocó vivir. Hoy sabemos que, a pesar de que en los siglos siguientes se trató de borrar su figura y su legado, fue la primera mujer que reinó de forma independiente, demostrando carácter, decisión, inspirando fidelidad entre los suyos y odio entre sus enemigos, siguiendo, en suma, su propio criterio sin escuchar a los que la descalificaban por ser mujer.

Fuente: Wikicommons

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