Era una mujer menuda, de aspecto frágil, que nació en el Japón rural de 1939. Junko Tabei descubrió la montaña siendo niña y supo que aquel era su lugar. Para hacerse alpinista, desafió los estereotipos de género de la época y su propia condición física. Esta es la inspiradora historia de la primera mujer en coronar el Everest, en 1975, y en conquistar las Siete Cumbres, las montañas más altas de cada continente, que hizo historia gracias a su fuerza mental, su determinación y la pasión que sentía por su deporte: el alpinismo. Su ejemplo de superación nos demuestra que una mente sin límites es capaz de alcanzar lo «imposible». ¡Así se escribe la historia del deporte!

Era una mujer de aspecto frágil con una enorme fuerza interior: desafió los estereotipos de su época e hizo historia en el alpinismo mundial
Junko Tabei descubrió las montañas y decidió dedicar su vida a intentar coronar las más altas del mundo. Fuente: Facebook Pé no Chao

Junko Tabei provenía de una familia humilde y agrícola. Era la quinta de siete hermanos y, en el Japón de aquel tiempo, las oportunidades para una mujer eran muy limitadas. Sin embargo, su vida iba a cambiar para siempre cuando, a los 10 años, en una excursión escolar, ascendió el monte Nasu, un grupo de volcanes complejos en el Parque Nacional de Nikko. En aquel momento, quedó fascinada por las alturas, quizá por la sensación de paz y libertad que reinaba en el entorno. A pesar de esta temprana pasión por la montaña, las dificultades económicas de su familia no le permitieron dedicarse a la escalada como ella quería. Junko aprovechó, sin embargo, cada oportunidad que tuvo para escalar durante su etapa en la escuela secundaria. Su objetivo era ya dedicarse al alpinismo. Pero, ¿cómo conseguirlo? Se dio cuenta de que estudiar le abriría las puertas de la universidad y, tal vez, allí podría encontrar algún club de escalada. Y así, su plan fue tomando forma. 

Tabei accedió a la Universidad para Mujeres Showa y se graduó en Literatura Inglesa. En aquella facultad se unió al club de montaña, pero el alpinismo era un deporte altamente masculinizado y existía una gran discriminación hacia las pocas mujeres que querían practicarlo. Durante el tiempo que pasó en aquel club, hubo miembros que se negaron a escalar con ella y tuvo que escuchar que solo se había apuntado para conseguir un esposo. Junko no entendía esta actitud: «Cualquiera con dos pies que pueda caminar, puede escalar», decía. Ante aquel panorama tan desolador, decidió pasar a la acción y, en 1969, formó el primer club de montaña para mujeres en Japón: el Ladies Climbing Club (LCC). Su lema era: «Hagamos solas una expedición al extranjero». Sin duda, toda una declaración de intenciones que fue un gran punto de partida para el alpinismo femenino en Japón.

No entendía la discriminación en el deporte:
«Cualquiera con dos pies que pueda caminar, puede escalar»
En el LCC muchas mujeres encontraron un espacio, hasta entonces inexistente, para disfrutar del alpinismo.Autor: Jaan Künnap. Fuente: Wiki Commons

El primer gran ascenso de Junko Tabei y sus colegas fue el Monte Fuji y, poco tiempo después, comenzaron a escalar las grandes cumbres internacionales. Solo tres años más tarde, Junko ya era una reconocida alpinista en Japón con una trayectoria prometedora. Por suerte, en todos sus viajes y aventuras, siempre contó con el apoyo de su marido, el también escalador Masanobu Tabei, con el que tuvo dos hijos. 

En 1970, coronaron el Annapurna III y decidieron, definitivamente, abordar la aventura más complicada dentro de este deporte: coronar el Everest, la montaña más alta de la Tierra, una proeza física y mental que nunca había sido realizada por una mujer. Con este objetivo, el Ladies Climbing Club formó un equipo llamado «Expedición Japonesa del Everest para Mujeres». Eran 15 mujeres, casi todas trabajadoras, y dos de ellas, madres, una de ellas la propia Tabei. Sin duda, un grupo de mujeres luchadoras que querían disfrutar de su pasión y demostrar de lo que eran capaces. 

La primera dificultad la encontraron a la hora de conseguir patrocinadores, ya que, como la propia Tabei explicó más tarde: “En el Japón de los años 70, los hombres eran los encargados de salir y trabajar mientras las mujeres tenían que quedarse en casa y servir el té». ¡Imaginemos si, además de salir, querían escalar montañas! Además, Tabei tenía ya una hija, y la opinión pública le echaba en cara que se marchase a una expedición durante meses en lugar de permanecer junto a ella. De nuevo, el apoyo de su marido fue fundamental en este momento, así como en el resto de su carrera. Cuando ya todo parecía perdido, el LCC consiguió financiación del periódico Yomiuri Shimbun y de Nippon Television.  Este patrocinio, sin embargo, no fue suficiente y todas las escaladoras tuvieron que aportar una importante suma de dinero.  Esto les obligó a ahorrar y ser muy creativas: utilizaron asientos de coche reciclados para hacer guantes, compraron plumas de ganso y se hicieron sacos de dormir y recogieron alimentos en conserva en los colegios en los que algunas de ellas trabajaban. Siguieron adelante contra viento y marea, soportando las críticas de muchos medios de comunicación que las ridiculizaban y ponían en duda que aquella aventura llegase a buen puerto.

La Expedición Japonesa del Everest para Mujeres apenas encontraba patrocinadores, eran ridiculizadas y criticadas por no permanecer junto a sus hijos
Junko Tabei fue un referente para todas las mujeres que no encajaban en el rol femenino de su tiempo.Autor: Jaan Künnap. Fuente: Wiki Commons

Pidieron el permiso para iniciar su expedición una y otra vez, pero siempre se les denegaba. Por fin, en 1975, llegó su oportunidad: la ONU lo había declarado el Año Internacional de la Mujer, por lo que el gobierno de Nepal decidió hacer un gesto simbólico otorgándoles la autorización para que pudieran emprender su ascensión al Everest. Tras un largo periodo de financiación, preparación y entrenamiento, por fin, este grupo de quince valientes alpinistas llegó a Katmandú para iniciar su expedición. En ese momento, no sabían que aquella expedición se convertiría en un hito en la historia del alpinismo mundial. Tampoco sabían las graves complicaciones que iban a sufrir.

Trataron de encontrar guías mujeres, para hacer así una expedición totalmente femenina, pero no fue posible encontrarlas en Nepal, por lo que eligieron un grupo entre los guías locales. Decidieron utilizar la misma ruta que tomaron Sir Edmund Hillary y Tenzing Norgay en 1953, cuando alcanzaron por primera vez en la historia la cima del Everest. Era un bonito símbolo, ya que ellas eran las primeras mujeres de la historia en hacer esa ruta. A principios de mayo, ya estaban acampadas a 6300 metros de altura. Fue entonces cuando sufrieron un duro revés: una avalancha las sorprendió y todos ellos, alpinistas y guías, quedaron sepultados bajo la nieve. 

En 1975, al fin obtuvieron el permiso para ascender al Everest, pero a 6300 metros fueron sorprendidas por una avalancha de nieve que las sepultó
Junko Tabei asciende una pendiente nevada en compañía de un grupo de mujeres alpinistas, en 1985. Autor: Jaan Künnap. Fuente: Wiki Commons

Tabei perdió el conocimiento a causa de la fuerza del impacto de la nieve en su cuerpo y estuvo alrededor de seis minutos sepultada e inconsciente. Por suerte, uno de los guías, que había logrado desenterrarse, pudo rescatarla con vida.  Increíblemente, todas las personas que integraban la expedición salieron ilesas de aquel peligroso accidente. Tras tres días de recuperación, la expedición siguió adelante y, solo doce días después, el 16 de mayo de 1975, Junko Tabei alcanzaba la cumbre acompañada de su guía sherpa, Ang Tsering, y se convertía en la primera mujer en lograrlo. Así, su nombre quedó escrito para siempre en la historia del alpinismo mundial. Este logro supuso la construcción de un enorme referente para las mujeres que habrían de llegar a este deporte a partir de entonces. Ella diría, más tarde, que no pretendía ser la primera mujer en coronar el techo del mundo y que prefería decir que fue la persona número 36 de la historia en conseguirlo, aunque es innegable que el hecho de ser mujer supuso un gran número de condicionantes en su viaje y en su trayectoria personal. La difusión que se dio a su logro fue otro auténtico hito, ya que recibió mensajes del Rey de Nepal, del emperador de Japón y, además, hicieron una miniserie para la televisión contando la peligrosa experiencia vivida en la montaña.

Después de esta hazaña, Junko Taibei continuó con su carrera como alpinista con más empeño que nunca. ¡No había hecho más que comenzar! Su siguiente objetivo fue el más codiciado en alpinismo: coronar las Siete Cumbres, como se llama al grupo formado por la montaña más alta de cada continente y la más alta de Norteamérica. Poco a poco, fue sumando éxitos y cuando, en 1991, ascendió el Monte Vinson, el más alto de la Antártida, ya solo le quedaba el último: el Puncak Jaya de Oceanía. Lo logró el 28 de junio de 1992, convirtiéndose también en la primera mujer de la historia en escalar las míticas Siete Cumbres.  A lo largo de su trayectoria, Tabei se convirtió en leyenda, logrando coronar las montañas más altas de 76 países. 

Junko Tabei coronó el Everest acompañada de su guía, Ang Tsering, el 16 de mayo de 1975, convirtiéndose en la primera mujer en lograrlo y un referente en el deporte femenino mundial
Tabei observa la foto que atestigua su logro en el techo del mundo. Fuente: Facebook FirstPost

Junko Tabei no destacó solo en el alpinismo, sino que se interesó por el medio ambiente y la ecología. Realizó estudios de postgrado sobre esta materia y se dedicó a combatir la degradación medioambiental del Everest causada por las expediciones y los residuos que dejan a su paso. Fue directora de la Himalayan Adventure Trust of Japan, una organización sin ánimo de lucro que se ocupa de la conservación de las montañas.

En 2012, le diagnosticaron un cáncer que terminó con su vida cuatro años después. Pero ni siquiera este diagnóstico pudo frenarla. Durante todos aquellos meses, Tabei siguió escalando y dirigiendo expediciones, la última solo unas semanas antes de morir. Con su ejemplo de superación, tenacidad y fuerza mental, esta leyenda del alpinismo japonés es un maravilloso referente para las mujeres y hombres que, cada día, desafían los estereotipos que limitan sus aspiraciones en cualquier ámbito de la vida.

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