El deporte nunca entró en su vida, porque «siempre estuvo ahí»: como tantas otras niñas, Alicia Cebrián (Madrid, 1983) pasó su infancia montando en bici con su padre, jugando al fútbol y al baloncesto, y practicando taekwondo, llegando incluso a competir. Efectivamente, años después el deporte sería el centro de su vida profesional, pero no como jugadora o atleta, sino como fisioterapeuta: una figura que trata a los deportistas, a la vez que supervisa y valora su forma física antes, durante y después del juego. Cebrián forma parte de ese selecto grupo de mujeres profesionales de la fisioterapia que están destacando, cada vez más, en el corazón del deporte de élite internacional.
Esta madrileña, que perteneció durante años a la plantilla de la Women’s Tennis Association, vivió en primera línea la gloria de Garbiñe Muguruza al vencer en Roland Garrós en 2016 como su fisioterapeuta, dentro de su equipo personal de trabajo. En el mundo del tenis, se habla de ella como un portento profesional y una compañera alegre, que se implica al máximo para alcanzar los objetivos y pone el corazón en todo lo que hace.
Alicia vivió en primera línea, como su fisioterapeuta, la gloria de Garbiñe Muguruza al vencer en Roland Garrós en 2016
Tuvo clara su vocación desde la infancia: cuando era niña sufrió varios enguinces de tobillo, y, curiosamente, esto despertó su interés: “me llamaba la atención el tema de las lesiones y, cuando una articulación había sufrido un daño, qué era lo que se podía hacer para recuperarse”. De esta forma, cuando le llegó el momento de decidir qué camino tomar en sus estudios, ya sabía que sería fisioterapia o Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, siempre que pudiera orientar su carrera hacia el área de las lesiones.
En 2008, cuando el Master Series de Madrid todavía era exclusivamente masculino, se presentó como voluntaria y entró a formar parte de los servicios médicos-fisioterapia. Aquella experiencia debió de ser positiva, porque el año siguiente, en el Open de Madrid (que incluía categoría femenina) fue contratada por la WTA como fisioterapeuta de apoyo para el torneo.
Fue una época de experiencias enriquecedoras viviendo de cerca la emoción de la competición de élite y, por tanto, también la presión que conlleva: “En mis inicios en la plantilla WTA tuve la oportunidad de tratar a Serena Williams. Al día siguiente del tratamiento, Serena se retiró de un torneo sin ni siquiera llegar entrar en la pista… Cuando me lo dijeron, lo pasé un poco mal, ¡no te lo voy a negar! (Risas). No dudaba de mi tratamiento, pero uno siente mucha responsabilidad en un momento así”, recuerda.que
En la plantilla de la WTA tuvo la oportunidad de tratar a mitos deportivos como Serena Williams
Cebrián repitió la experiencia en el torneo durante varios años, llegando a ser coordinadora del área médica de la sección femenina del Open de Madrid. En 2015 pasó a formar parte del equipo de fisioterapeutas de la WTA que viajan a distintos torneos, sin embargo, fue el año siguiente, 2016, el que marcaría un antes y un después en su vida profesional.
“Garbiñe Muguruza me propuso incorporarme a su equipo personal de trabajo, en un principio combinándolo con mi compromiso adquirido ya con la WTA, hasta que pasé a formar parte de su equipo en exclusividad”, explica.
En ese mismo año, Garbiñe ganó Roland Garros, una experiencia inolvidable que Alicia vivió en primera fila, tanto en la pista, como en los entrenamientos. Un año después, la tenista conquistaba Wimbledon, con la fisioterapeuta a su lado. Para ella, lo más satisfactorio de este periodo fue “el trabajo en equipo». Para una profesional como Alicia, que disfruta de la implicación absoluta en su trabajo, «es muy gratificante cuando ves que el equipo es lo más importante y que todos somos uno: jugadora, entrenador, preparador físico, fisioterapeuta y médico, todos tenemos que remar en la misma dirección”. Además, cuando los resultados acompañan, es también ese equipo quien se lleva una parte del mérito, gracias a un trabajo bien hecho. Muchos destacan, además, el apoyo anímico constante que Alicia daba a la tenista, como ocurrió durante el torneo de Wimbledon en 2017, que le valió el primer abrazo de Garbiñe tras alcanzar la victoria.
Se incorporó al equipo de Garbiñe Muguruza y ese mismo año, 2016, vivió junto a ella la victoria en Roland Garros
La buena sintonía con Muguruza y los resultados deportivos positivos hicieron que su colaboración se mantuviese durante 2017 y 2018. Para la fisioterapetua y osteópata, es difícil elegir el momento más satisfactorio de esta etapa: “el mejor momento es cuando la jugadora está en las mejores condiciones físicas posibles, tiene la confianza profesional en ti y, además, los resultados acompañan”. ¿Y cuáles fueron esos resultados? “Si tengo que destacar alguno fueron las victorias en Wimbledon y Cincinnati 2017”. Ese mismo año, la tenista alcanzó el número 1 del ránking mundial.
Pero no todo fueron buenos momentos. En ocasiones, los resultados no acompañaban al trabajo que se estaba realizando, o también “cuando había alguna lesión que había que “sacarla” lo más rápido posible para poder jugar al 100% en el siguiente partido”, explica.
Alicia viajó mucho durante esa etapa, entre torneos, entrenamientos, aviones y hoteles. Una dinámica difícil de conciliar con vida social o aficiones. “Durante las semanas de competición había que ajustarse al horario de ese día y al desarrollo de los partidos previos”. En ocasiones, sufrían retrasos que podían hacer las jornadas interminables: “En un torneo se fueron posponiendo los partidos por la lluvia, y el partido que estaba previsto a las 20, empezó a las 00.30 de la noche, acabó a las 2 de la mañana, y, tras él, mi trabajo de tratamiento, recuperación y demás, acabó a las 4 de la madrugada”, recuerda.
Sus mejores momentos de la etapa junto a Muguruza fueron
las victorias en Wimbledon y Cincinnati 2017. Ese año, la tenista alcanzó el número 1 del ránking mundial
A día de hoy, Alicia ha dejado atrás la locura de la competición y trabaja en una clínica de fisioterapia. A pesar de que ya no trata a números 1 del deporte mundial, mantiene intacto su sentido de la responsabilidad: “En el día a día, cuando trato algún paciente con alguna lesión aguda o alguna post-cirugía reciente, tengo la responsabilidad de hacer un buen tratamiento y mejorar al paciente lo más rápido posible”. Para ella, ambos casos tienen la misma importancia, pero sus pacientes actuales tienen una menor repercusión mediática, algo que Cebrián no parece echar de menos. “Me gusta mucho mi trabajo y poder mejorar la calidad de vida de las personas que confían profesionalmente en mí”, afirma.
Está decidida a seguir aprendiendo, y también a enseñar lo que ha aprendido en su intensa vida profesional. Por ello, colabora como docente en diferentes congresos y universidades, una faceta que también le gusta mucho, a pesar de que no genera tanta adrenalina como las competiciones: “La parte de trabajo como docente consiste en compartir en el aula mi experiencia, conocimientos y manera de trabajar, ¡es una buena manera de seguir aprendiendo yo también!” explica.
Ahora que está afincada en Madrid aprovecha para jugar al pádel, e iniciarse en el senderismo de montaña. Le ayuda a «apagar el interruptor del cerebro por un momento, a conectar conmigo misma y con la gente, y si es al aire libre, con la naturaleza», reflexiona. El deporte es un ingrediente fundamental en su vida, y como especialista del sector, reconoce que es fundamental dar visibilidad y apoyo al deporte femenino: «Para que se sepa que las chicas también hacemos deporte, somos profesionales, ¡y para que las deportistas puedan vivir de ello!», concluye sonriente.